martes, 7 de abril de 2015

Coliseos modernos


En los tiempos del imperio romano se llevaban a cabo en el coliseo las tan conocidas luchas de gladiadores. Se trataba de esclavos o condenados a muerte que eran obligados por los emperadores a luchar casi siempre hasta dar fin a la vida de uno de estos. A estas batallas acudía la gente y era este publico quien junto con el emperador aprobaban o decidían el momento de dar muerte a uno de los luchadores. El ganador era vitoreado y contaba con la posibilidad de ser parte de los gladiadores oficiales del emperador y mientras que el perdedor aceptaba la muerte con dignidad. El imperio romano cayó en el 476 d.C dejando atrás las luchas de gladiadores, las brillantes armaduras y el majestuoso coliseo que hoy es invadido día tras día por turistas chinos. Parece que fue hace mucho tiempo pero hoy nos encontramos con algo muy similar, con gladiadores modernos, con guerreros que dependen de un público y de un emperador para llegar a la gloria o caer al vacío. Pero esta vez en lugar de coliseos y arenas, sucede en terrenos cubiertos de césped.

Este fin de semana se dieron dos casos pintorescos, casos alejados pero que de alguna manera comparten un factor común.

Jugaban el Inter de Porto Alegre -sí, en el que desde hace años está siendo ídolo D'Alessandro -contra el Ypiranga por uno de los tantos campeonatos que se juegan casi a diario en Brasil. Inter de local, marco imponente en un estadio último modelo (de los refaccionados para el mundial)  es decir, un gran espectáculo. Pero en la tierra del  jogo bonito lo que menos resaltó fue el fútbol y el partido será recordado por otro acontecimiento. Promediando los 15 minutos del segundo tiempo y con el partido empatado la torcida colorada empezó a silbar y a criticar el juego del equipo y en ese momento pasó. Fabricio, lateral de esos que abundan en el fútbol brasileño, escuchó estos silbidos y no se quedó callado. Desde la línea de cal enfrentó a la tribuna primero con ademanes hasta salir completamente del partido y levantar las manos realizando el símbolo mundial de "estoy disconforme con tu opinión" o  más comúnmente conocido como Fuck you. Y, como reza el reglamento, fue expulsado por actitud antideportiva y por incitar a la violencia. De más está decir que el temperamental Fabricio dejó de ser jugador de la institución de Porto Alegre.
A 1,324km de distancia del estado brasileño (gracias de nuevo google maps) , en el Gran Buenos Aires se encuentra la localidad de Florencio Varela, hogar del club Defensa y Justicia que participa en la primera división de nuestro fútbol. Defensa pregona, de la mano de Darío Franco el ex entrenador de Instituto, la filosofía del fútbol por el piso, de la pelota al pie, del ataque constante, de la presión alta, de los planteos ofensivos, es decir, las máximas de la escuela Bielsista, de la cual Franco es conocido alumno. Está de más decir que este modo de juego puede presentar accidentes ya que se expone demasiado, y también está de más decir que el público del fútbol argentino por lo general tiene poca paciencia. En el marco del partido del fin de semana contra Rosario Central se dio uno de esos accidentes, se produjo un error. El defensor Esteban Saveljich quiso salir jugando desde el fondo pero su pase- mal pase- fue interceptado por un jugador de Central y de ahí llegó el 2 a 1 a favor del canalla. Un error de los muchos que se dan en este deporte tan imperfectamente perfecto, pero el central no lo tomó así. Luego del gol Saveljich se acercó lentamente pero decidido hacia el banco de suplentes y al cruzarse con su técnico le expresó que quería salir del partido, que quería ser sustituido. Como era de esperarse tanto compañeros como cuerpo técnico le pidió que recapacitase y vuelva al juego, que fue solo un error que podía tener cualquiera. El numero dos escuchó y regresó al partido pero ahora otro fantasma lo perseguía, uno que se hacía sentir y sobre todo escuchar: el público. Desde la tribuna, ante cada intervención del zaguero bajaban silbidos y reclamos que acompañaron por un buen rato al jugador del halcón. Lo anecdótico del partido fue el 3 a 3 final.

Los imperios ya no son como eran antes, ni los coliseos ni los gladiadores, ni los emperadores. El poder al parecer recayó en el público que es quien ejerce esa potestad de elegir, de decidir, de criticar insultar y pedir la cabeza de aquellos que no hacen las cosas bien. Fabricio fue un gladiador rebelde y se enfrentó a este poder mientras que Saveljich sintió el peso del coliseo y pidió escapar. Los hinchas hacen grandes a los clubes pero ¿hasta que punto el público, vuelto emperador, puede decir y hacer lo que quiera respecto a estos gladiadores modernos? Temas complicados.

 El imperio Romano cayó, pero nos queda parte de sus prácticas y su cultura. Tanto es así que a día de hoy se siegue observando a un emperador, aunque esta vez en una figura colectiva, levantar o bajar el dedo en las canchas del mundo.


jueves, 2 de abril de 2015

¿Torneo de 30?

El 2014, futbolísticamente hablando, dejó en argentina una serie de momentos que van a ser difíciles de olvidar tanto para los seguidores de la selección (todo un país futbolero se quedó tan cerca de alcanzar el sueño) como para los hinchas de algunos equipos que volvieron a ganar copas después de mucho tiempo o incluso algunos que alcanzaron el tan ansiado objetivo por primera vez como River, San Lorenzo, Racing o Huracán. Pero sin duda lo que nunca ha quedado en segundo plano, de lo que se habla desde el año pasado -incluso desde antes- es del famoso torneo de 30 equipos a disputarse entre el 2015 y el 2016. Este torneo pretende ser más inclusivo, otorgándole a diez equipos de la segunda división  la posibilidad soñada de jugar en la máxima categoría del fútbol argentino a la vez que aumenta la competitividad debido al potencial futbolístico de los equipos participantes todo esto dentro de un modelo de torneo similar a los europeos, es decir un solo torneo largo con dos vueltas poniendo así al campeonato argentino a la altura de los más importantes del planeta futbol por organización y nivel. Bueno, esto por más lindo que se vea, no es así...
En primer lugar ninguna liga, de las importantes, tiene semejante cantidad de equipos: La liga BBVA española tiene 20 al igual que la Serie A italiana, Le Championnat francés y la Premier League inglesa (quizá la más dinámica y entretenida de todas). Con 18 participantes se encuentra la de los campeones del mundo, la Bundesliga que además de ser dinámica como la premier y tener al superpoderoso Bayern que da espectáculos, cuenta con el reparto de derechos televisivos más parejo de las grandes ligas, todo un hito organizacional. Otro tema a tener en cuenta es que este torneo "largo" va a cortarse a mitad de este año por la Copa América de Chile a disputarse en el mes de Junio. Y en este punto es posible que nos encontremos con algunos equipos desarmados como sucede año tras año con promesas y figuras vendidas a Europa o manejados como barriles de petroleo por los árabes, desarmando así a los equipos.
Pero el punto más borroso de la premisa de este torneo es la que refiere a la paridad de los equipos. Ya no están como años anteriores los mejores tres del torneo de segunda división, sino los primeros diez, es decir, los equipos de mitad de tabla de esa división. Y las diferencias, en el primer nivel, se notan. Otra cosa, que incluso apela al sentido común y a la lógica: los equipos denominados grandes son aquellos que poseen mayor caudal económico y por lo tanto pueden costear un mejor, pero sobre todo, más largo plantel. Y en un torneo largo eso se nota.
Nos encontramos entonces ante un falso torneo de 30 sino más bien un torneo de los cinco grandes y alguno que pueda sorprender y con jugadores que se encuentren en buenos momentos.

Dicho esto es interesante observar como encaran el torneo los cinco grandes equipos del fútbol argentino.
San Lorenzo y Racing se presentan con puntos en común : vienen de obtener un título que fue buscado por mucho tiempo y por lo tanto dejan de ser, al menos por un tiempo, victimas del Bullying popular. Los de avellaneda demostraron que podían dejar de ser el Racing de los últimos años, ese que siempre pintaba para campeón y que inexplicablemente no llegaba nunca y hasta parecía que se autoboicoteaba, mientras que los de Boedo (?) se quedaron con la tan ansiada copa continental dejando inútil el popular dicho de "Te doy hasta que San Lorenzo gane la libertadores...". Ambos equipos han invertido bien y tienen casi dos jugadores por puesto dándoles así ventaja por sobre el resto.
Por el lado de Independiente se trata de algo incierto. El dueño de las rutas de argentina asumió la presidencia y se propuso arreglar el "camión" rojo para que funcione a la perfección. Compró un par de buenos jugadores y aunque pelea a veces consigo mismo en cualquier momento puede acelerar a fondo.
Queda enfocarse en los equipos más grandes del fútbol argentino.
 River tiene una tarea complicada, quizá de las más dificiles en el ambiente futbolístico: mantener el nivel del torneo anterior. Además de ver cual es el nivel real de jugadores que tuvieron un nivel superlativo el año anterior  - tan superlativo que por ejemplo depositó a Funes Mori , el bueno (?) en la selección nacional-. Equipo corto pero con la supremacía de una idea. Habrá que ver.
Finalmente queda Boca, ese nene envidioso que vio como a su primo le iba bien y se divertía solo y le pidió a papá que le compre los mejores juguetes para jugar él y que todos lo envidien. Con dos jugadores por puesto (titulares en cualquier otro equipo) Boca quiere y hasta diría que tiene la obligación de ganar algo y con el potencial y un técnico que trabaja bien es muy posible que así sea,

El torneo recién empieza y espero termine por sorprendernos gratamente. Más allá de los problemas en la organización, lo que hace grande al fútbol argentino son sus jugadores quienes son los responsables de que a día de hoy los últimos campeones de las copas continentales son de nuestro país, sin olvidar el sub campeonato del mundo. Pero de esto último mejor no hablar, hay cosas que todavía cuesta dejar ir...

miércoles, 31 de diciembre de 2014

2014

Cinco veces escribí y borré. Cinco veces volví a escribir y no sé como arrancar esto. Cinco veces no sé que decir exactamente. Cinco, ni más ni menos, cinco es el número de mi indecisión... aunque desde hace cinco meses esté más decidido que nunca.
Me cuesta bastante hacer memoria de lo que fue este año largo, aunque fugaz y es todo por una sola razón. Hubo algo que eclipsó los hechos anteriores al mes de agosto y creo que sé exactamente de qué se trata.

El tiempo se percibe de maneras diferentes según lo que uno haga, y es de conocimiento público que  cuando uno la pasa bien todo parece pasar muy rápido. Bueno, de eso se trata la segunda mitad de mi año, de un paso veloz del tiempo aunque dejando siempre recuerdos que aspiran a ser duraderos y hasta, quien te dice, eternos.
Desde hace cinco meses que tengo escenas que parecen repetirse y ser la misma aunque si uno mira con detenimiento se da cuenta de que ninguna es igual a la anterior.
Sin embargo puedo definir una especie de patrón.
Me veo acostado en una cama, casi siempre de noche o en la penumbra y siempre con música de fondo. En este aspecto puedo decir que reconozco a la perfección la banda sonora que me acompañó, o mejor dicho, que nos acompañó. Porque en estos recuerdos, en estas escenas no estoy solo, podría hasta afirmar que nunca había estado más acompañado. En los recuerdos también está ella, los recuerdos son ella.

Ella que sonríe y me hace sonreirle, ella que me mira, ella que me habla, que me acompaña, que me escucha, ella que se queda dormida, ella que se despierta primero. Todo es ella, los momentos son ella, las canciones son ella, los días son ella, ella sos vos.

Vos y yo, los que no nos creíamos o no queríamos creernos todo esto, los que decíamos que no. Que no a los compromisos, que no a las obligaciones. Que vamos despacio, que no hay por qué apresurarse. Que es para ver que pasa, que no es nada serio. Que es mejor no decir ciertas palabras, que es mejor no pensar en más adelante. Me sorprende como sin darnos cuenta fuimos dejando atrás todas estas trabas autoimpuestas, fuimos dejando de lado lo que eramos para poder llegar a esto, a lo que somos hoy, y a lo que espero sigamos siendo: nosotros.
Nosotros, los que no somos de ver películas ni de las salidas, nosotros los que no podemos vernos  "un ratito", nosotros los que pasamos todo el día tirados en la cama como reza Polaroid. Los que tenemos la habilidad de hacer que un fin de semana tenga cinco días en lugar de dos. Nosotros, los grandes fabricantes de momentos perfectos,que van desde la primer luna roja, hasta la última semana y el día de la despedida , pasando por un atardecer inolvidable desde un piso once y una tarde de lluvia vista tras un ventanal. Nosotros, lo que quiero que sigamos siendo.

El 2014 pasó rápido,sí, pero de ninguna manera sin dejar marcas. Se trata ni más ni menos que del año del comienzo de algo que espero siga en pie por mucho tiempo.
Lo ideal sería entregarte esto en papel pero debido a las distancias y a que te voy a ver dentro de un tiempo (tres semanas no son nada pero son...)  esta es la forma más práctica de hacértelo llegar. Porque soy ansioso, porque te extraño y porque precisamente todo esto me está pasando aquí y ahora.

Te amo
Feliz 2015...



lunes, 29 de septiembre de 2014

Barcos de papel


"Hay que dejarse llevar" decía el barquito de papel que vio como un nene lo dejaba en el agua que queda estancada al costado del cordón después de que una señora limpia la vereda. Entre deseo y resignación ese barquito era arrastrado por el agua y mal que mal daba una vuelta a la manzana lo cual puede considerarse todo un viaje para una simple criatura de papel,
A veces es complicado ser un barco de papel, cuesta dejarse llevar
Por miedo, por precaución o por lo que sea (muchas veces por boludo) uno se contiene y pretende tener todo controlado, manejar todo y atenerse a ciertas normas establecidas. ¿Se trata de tener el control? ¿se trata de depender de uno mismo? Andá a saber...

Particularmente siempre pensé demasiado las cosas, al punto de no hacer algo pensando en que iba a llegar a afectar a algo que podría o no hacer más adelante. Pienso antes de hacer, antes de decir, antes de sentir, antes de todo. Así fue gran parte de mi vida...
Pero desde hace un tiempo decidí hacer un experimento, decidí no pensar, no sin antes plantearlo y discutirlo conmigo más o menos por dos semanas. Finalmente, por decisión mayoritaria o no (el 70% de mí quería seguir pensando, pero la minoría se rebeló y alteró los resultados previa amenaza de bomba) opté por no pensar y  dejarme llevar.
Al principio estaba desconcertado, un universo nuevo, reglas desconocidas, tiempos alterados. Miraba al mundo con un aire distinto.
De todas maneras, pese a no pensar de manera constante, seguía manteniendo un cierto control sobre lo que hacía. Seguía, si puede plantearse así, siendo un ser racional
Hasta que pasó, cosa de no creer...

Dicen por ahí que no pensar suele ir de la mano con un fenómeno bastante particular, un fenómeno más que extraño, uno que particularmente desconocía y/o esquivaba: no pensar suele llevar a sentir. Y sentir suele tener que ver con un dejarse llevar.

Y sucedió de manera curiosa.
De la noche a la mañana (o más precisamente de noche en noche) fui perdiéndome y encontrándome. Salí de mi zona de confort para, sorpresivamente, entrar en otra. Ahí me di cuanta de que lo que yo consideraba confort no era más que una silla dura y astillada, de esas que no tienen respaldo y en las que hay que sentarse cuando se llega tarde a un aula. Descubrí que hay mejores lugares a donde ir y en donde quedarse, pero sobre todo, descubrí que dejándose llevar uno llega a buen puerto.

Y elijo quedarme acá, en este sitio a donde llegué siendo un barquito. Elijo este lugar (el mejor lugar para estar) y este tiempo, este momento. Aunque ya no dependa de mí, aunque ya esté a merced...

lunes, 25 de agosto de 2014

20 días que parecieron ser más noches

¿Qué es el tiempo? ¿Se trata de algo real o es una construcción necesaria para nuestra vida occidental? ¿Cómo sabemos cuando dar cuerda y cuando parar el reloj? ¿Por qué todo pasa más rápido cuando la estás pasando bien? ¿Para hacer un huevo duro hay que esperar primero a que hierva el agua? Todo es cuestión de perspectiva...

Si de algo me di cuenta desde que vivo es en este lugar es que todo, absolutamente todo, va más rápido. La ciudad tiene un ritmo infernal que afecta e interfiere desde lo más mínimo hasta lo más significativo, de hecho, es muy difícil frenar y tratar de quedarse a un costado, o eso me parece.
Quizá vea esto así debido a mi condición de pueblerino. De donde yo vengo las cosas no son así.
Las personas en las calles pasean, no caminan ni corren, pasean, sea en hora pico o en cualquier otro momento (exceptuando el de la siesta, ahí hasta el paseo se suspende). Los semáforos están todos a destiempo provocando que el tránsito no sea fluido, los automovilistas no distinguen entre el carril rápido y el normal. Los kiosqueros tardan hora y media en despacharte un paquete de fideos, pero aprovechan este tiempo para contar todo acerca del nuevo marido de la cuñada de la mujer de la esquina. Prioridades.
Todo esto, entre otras cosas, lleva a que todo sea lento. Es decir la ciudad hace que las personas y sus relaciones sigan determinado ritmo (o quizá sea al revés). Creo que eso puede extenderse a todas las ciudades del mundo, como una cuestión relacional, el binomio ciudad-gente. En fin...
Todo es más lento que acá

En esta ciudad la vida pasa de otra forma, su aceleración propia hace que uno pierda a veces la noción del tiempo.

Sin ir más lejos, se nota en mi casa. Desde el día en que en este departamento el reloj de pared se detuvo a las seis menos diez de la mañana (sé que fue de la mañana porque recuerdo haber estado escuchando el tic-tac del reloj en ese momento. Puro rock mi vida) perdí la noción del tiempo. Hasta ese momento, pretendía llevar una vida a horario, pero un día el reloj se paró y ya nunca más supe si eran las dos de la tarde, las cinco de la mañana o si era lunes. Desde ese instante siempre fueron las seis menos diez, un momento que dura eternamente.
Se nota en las relaciones humanas. Uno en poco tiempo conoce y pasa mucho tiempo con personas hasta el punto de generar una confianza poco usual si se toma en cuenta la rapidez del asunto. 
Se nota en los modos de vida. Se pasa de ser hijo, ser hermano a ser inquilino, ser estudiante universitario, a ser solo. Y todo de golpe.

Por eso nunca viene mal tratar de frenarse un poco y mirar hacia atrás. Y es en ese momento en que uno se da cuenta de que perdió la noción del tiempo de nuevo, de que la percepción es errada, de que todo sucedió sin que nos diéramos cuenta. Culpa de la ciudad, culpa del reloj, vaya uno a saber.
 De algo hay que estar seguros: si nos parece que las cosas pasan a un ritmo acelerado es porque se trata de algo bueno, de algo positivo, de algo que uno se encarga de disfrutar sin percatarse de como transcurren los días, las semanas, etc. Los malos momentos, en cambio, suelen parecernos más eternos.
Yo llevo contados los días que me vengo levantando con un malestar en la garganta por ejemplo (un verano en agosto no podía pasar sin dejar un rastro negativo) y pienso en cuanto tiempo más va a durar. En cambio, no fue hasta ayer que caí en la cuenta, casi sin querer, de que pasaron veinte días que parecieron ser más noches.

domingo, 3 de agosto de 2014

Quiero

"Para mí no traigas, no voy a querer..." Dije esto y me di con que eran las 11 de la noche, era domingo y una vez más estaba diciendo estas palabras: no quiero.
Entonces pensé (cosa que no recomiendo hacer) en qué era exactamente lo que no quería esta vez y la respuesta fue confusa. Mas bien se trataba de varias cosas que se fundían en una pero que no dejaba de ser borrosa, lo que me llevó a asumir que existo en un constante no querer.
Ahora, ¿a qué se debe este constante no querer?. Me senté, miré a una pared, noté que había humedad, recordé que tengo que llamar al plomero e ir a hacer un trámite en Aguas Cordobesas, me acosté, miré al techo, pensé la razón y vino la respuesta a modo de epifanía: no sé.
No sé que quiero, pero peor aún, no sé que es exactamente lo que no quiero y eso me trae problemas a punto que muchas veces me veo negándome a cualquier cosa antes incluso de saber a ciencia cierta de qué se trata. Pero no es miedo ante lo que no conozco, eso se los puedo asegurar. Lo que no puedo es afirmarles de qué se trata ya que de ser así no estaría escribiendo esto y estaría haciendo algo bastante más productivo como separar los saquitos de té por el color de la etiqueta (no deja de ser domingo/lunes ¿esperaban algo más entretenido?)
En fin, pensé que escribiendo esto iba a poder sacar mayores conclusiones pero una vez más fue inútil. Por lo pronto voy a tratar de sintetizar algunos puntos buscando dejar todo lo más claro posible. Casi todo se resumiría en lo siguiente:

-Casi nunca quiero algo, o eso es lo que quiero hacerme creer.
-Si tuviese que pedir todas las cosas que quiero no creo que alguien quiera dármelas, por eso prefiero no incomodar a nadie ni molestarme queriendo cosas. Al fin y al cabo, ¿realmente las quiero o solo quiero quererlas? A veces quisiera saber...
-Hoy quiero, ayer quise y mañana quiero no seguir queriendo.
-¿Que si quise?, obvio que sí, pero ya no sé cómo es querer y quiero, oh ciertas veces quiero y de verdad.
-Quiero querer y no querer.
-Quiero quererte, y al mismo tiempo quien te dice, dejarme querer.

(***)

Sin embargo hoy realmente quisiera no querer nada pero al parecer me es imposible, entonces digo que sí quiero y todo vuelve al mismo lugar…y ya quiero avanzar.


miércoles, 2 de julio de 2014

"Inserte texto aquí"

Tengo ganas de escribir. Bueno, no son ganas de hoy, más bien hace un tiempo que andaba con ganas de sentarme a escribir algo y no lo hice porque no sabía sobre qué. Pero ahora ya di un paso importante y estoy empezando esto, pero no sé cómo va a terminar (o si va a terminar).
Podría escribir sobre lo que me pasó en la semana, pero siendo sincero, mi vida no es lo suficientemente interesante. Serían una serie de anécdotas de supermercado o de lo que me contó un taxista mientras daba vueltas innecesarias con tal de cobrarme más porque le dije que le pagaba con cien.
Podría escribir algo sobre el mundial y de toda la euforia que genera. Podría hablar de como llegan los equipos, de como tendría que jugar Argentina, de por qué las mujeres miran a Lavezzi y no a Garay. Pero para eso ya hay otros cuarenta millones de habitantes que pueden hacerlo mejor y lanzar verdades absolutas sobre todos estos temas.
Podría hablar también de dilemas cotidianos, de esos misterios que al parecer no tienen respuesta. ¿A donde vamos cuando nos morimos? ¿Hay Dios o no lo hay? ¿Que pasa si baño a mi perro con Coca Cola? ¿Pesa más un kilo de plumas o de plomo? ¿Los pingüinos vuelan pero no lo hacen en frente de los humanos para engañarnos y algún día dominar el mundo? y como estas cientos de preguntas más que invaden nuestras mentes días tras días, noche tras noche. Pero pienso que es mejor no saber ciertas cosas, las verdades suelen asustar.
Podría escribir alguna anécdota de mi infancia, pero hoy me parecen todas la misma y de hecho creo que es así. Trato de hacer memoria pero los pocos recuerdos que consigo encontrar no son muy claros y hasta me parece que son de alguien más.
Podría hablar de mis decepciones amorosas, pero para decepcionarse primero uno se tiene que entusiasmar y no soy de entusiasmarme seguido (que palabra extraña entusiasmo), por lo menos no sin antes meditarlo por dos días. Es por esto que me olvido de lo que me entusiasmaba y todo vuelve a ese lugar en el que nunca pasa nada, o si pasa me hago el distraído y mando a decir que no estoy cuando me buscan. Todo esto se debe en gran parte, a esa maldita costumbre de interesarme en personas imposibles por distintas razones. Pero bueno, uno se va acostumbrando, o mejor dicho, resignando a que sea así.
Podría hablar sobre mi rechazo hacia las relaciones humanas y de por qué prefiero estar encerrado acá a salir a reventarme la cabeza. Lo haría si tuviese una respuesta que me convenza primero a mí, hasta ese entonces averígüenlo buscando la etimología de mi nombre o las características de mi signo del zodiaco.
Podría escribir sobre como extraño a mi perro y del hecho de que sea una de las principales razones para volver un rato a casa. Ligado a esto, podría escribir acerca de mis relaciones familiares y de por qué un perro es una de las razones para querer volver y no una persona o varias. Podría pero no quiero.
Podría escribir un cuento, y así no tendría que usar necesariamente cosas de mi vida, recuerdos o experiencias sino solamente la imaginación. Podría pero tengo el mismo nivel de imaginación y creatividad que un cartel de "prohibido estacionar".
Podría escribir sobre por qué estoy tratando de escribir algo un jueves a la madrugada o de por qué decidí preparar un café tan fuerte sabiendo que debería dormir y despertar temprano.

Pero bueno, al final me parece que hoy no voy a escribir nada...